domingo, 12 de octubre de 2014

“He visto tantos maltratos a animales que no cabrían en una sola entrevista”

“He visto tantos maltratos a animales que no cabrían en una sola entrevista”
Habla el veterinario de Vera que respaldó la denuncia por la paliza mortal al perro de un anciano
  [ 12/10/2014 - La Voz de Almería ]

Juan Manuel Taboada en su clínica veterinaria  [ 0 ]

Juan Manuel Taboada Martinez, nacido y criado en el Zapillo,  saltó a las noticias la semana pasada por respaldar desde su profesión de veterinario la denuncia judicial contra la agresión  mortal del perro de un anciano en Cuevas.  Trabajó en Inglaterra del 2001 al 2006 y en 2006  abrió junto a su pareja, el Centro Veravet.

¿Ha sido ésta su primera colaboración profesional judicial en un tema de maltrato animal?
 No, anteriormente he participado junto al Seprona y otras instituciones en temas de bienestar animal. No he testificado aún, pero tendré que hacerlo pronto.

 ¿Cuáles son los maltratos más habituales que había visto antes?
He visto bastantes casos,  los más comunes son los relacionados con el abandono,  mutilaciones de orejas y rabo a tijera, envenenamiento y abrasiones con productos químicos. He visto a un perro totalmente quemado porque su dueño le dio un baño con azufre para desparasitarlo,  he asistido a perros arrojados desde coches y también es frecuente encontrar camadas enteras arrojadas al contenedor.  Desafortunadamente he tenido que ver tantos maltratos que no cabrían en una sola entrevista.

¿Cree usted que hay un perfil tipo de maltratador de animales?
El maltrato animal está muy unido a las malas costumbres sociales y a la incultura. La gran mayoría de maltratadores que he conocido no tenían la consciencia de estar haciendo nada malo, tan sólo repetían lo que siempre habían visto hacer. Ahogar cachorros, atar perros a cadenas de por vida o abandonar al perro que ya no es útil es algo que en determinados estratos sociales aún no está condenado. Luego hay un pequeño número de personas que disfrutan haciendo daño al animal, son personas de perfil sádico y agresivas en todos los aspectos de su vida.

¿Qué piensa usted del concepto “mascota”?
Personalmente prefiero el término animales. Mascota me parece un eufemismo que se usa para refinar el hecho de vivir con  un animal en casa. No me gusta la gente que se compra al Chihuahua por ser la mascota de moda , y se dedica a disfrazarlo y perfumarlo todo el día para pasearlo en un bolso.

 ¿No viven los veterinarios en cierto sentido de los animales domésticos?
Nosotros somos médicos de animales, aplicamos la medicina para curar y aliviar el dolor, a veces la gente no es consciente que equipar una clínica es carísimo y por eso no puede cobrar lo mismo el veterinario que tiene una clínica que el que va por los cortijos vacunando las cabras. El servicio veterinario no es barato, pero los veterinarios son de los profesionales que menos ganan porque los costes son muy altos.

¿Si le llega a su clínica un animal exótico prohibido denunciaría a su “dueño”?
Si es un animal protegido y en peligro de extinción no lo dudaría. Una vez nos trajeron un león de 5 meses, hablé con mucha gente y ofrecimos 6000€ a la gente del circo que lo trajo pero no aceptaron la oferta, queríamos mandarlo a un zoo donde tuviese más espacio. Es increíble que aun haya animales salvajes enjaulados por nuestro territorio…En el levante hay mucha gente que tiene tortugas moras en sus terrenos.

¿Se puede perder el sentido de la realidad con un animal doméstico?
Hay personas que humanizan a su animal de tal manera que acaban haciendo infelices a sus perros o gatos porque  los despojan de su identidad.
Pero aún es más común encontrar a personas, sobre todo mayores, que jamás habían tenido un perro y descubren un nuevo mundo que les cambia la vida para mejor.  Se sorprenden por los sentimientos que tienen los animales, celos, cariño, curiosidad, miedo, amor, hasta que no convives con ellos no entiendes lo increíbles que son.

¿Qué opina del caso del perro Excálibur en el caso del Ébola?
Me da mucha pena que se haya tomado esa decisión, creo que lo coherente hubiera sido aislarlo y estudiar el ciclo del virus en los cánidos, además de salvar su vida, podría haber ayudado a salvar la vida de personas con su suero si finalmente tenía la enfermedad. Ha sido una cruel chapuza. Ha sido muy mediático y ha habido gran movilización ciudadana y de grupos animalistas, esto hubiera sido impensable en los años 80 cuando yo era un niño.  

¿Hay posturas radicales y extremas en el animalismo o no?
Sin duda, como en todo movimiento social. Hay muchos casos de personas que recogen animales abandonados pero olvidan que hay que alimentarlos bien y vacunarlos, al final se juntan con 30 o 40 perros o gatos que acaban muriendo por virus, parásitos y falta de atención veterinaria. Pero en general el animalismo es un movimiento de gente sensible cuyo único objetivo es que se respete la vida y la dignidad de cualquier ser vivo. A veces hay que ser radical para cambiar las cosas, gritar, reunirse y hacerse oír como han hecho los animalistas en el caso del toro de la Vega. En el futuro no se les recordará como radicales.

¿Aceptaría si le quisieran contratar en una plaza de toros o una potente industria cárnica?
Nunca, soy veterinario de vocación. Cuando llegué a Inglaterra sin experiencia y con un inglés básico trabaje unos meses en la industria cárnica pero no lo soportaba y lo dejé. Estudiar 5 años para salvar vidas animales y acabar siendo parte de la cadena de matanza tiene poco sentido.

 Si de usted dependiera, ¿prohibiría los toros?
Sin duda alguna. Un país cuya fiesta nacional es matar a un toro no puede avanzar mucho en derechos de los animales. Pueden hablar de arte, de costumbres o de los puestos de trabajo( que no son tantos) pero al final se mata a un animal haciéndolo sufrir y eso es éticamente muy reprobable. ¿Cómo le explicas a tu hijo después de ir a los toros que a los animales hay que respetarlos? Es un contrasentido.
“He visto tantos maltratos a animales que no cabrían en una sola entrevista”

miércoles, 1 de octubre de 2014

El cerebro del atraco del siglo rompe su silencio en su casa de Vera

El cerebro del atraco del siglo rompe su silencio en su casa de Vera
Ha pasado medio siglo desde el golpe al tren correo que conmocionó a Europa. El ladrón de 2,5 millones de libras esterlinas, que tiene 85 años y salud precaria, vive en un cortijo, rodeado de perros.
Manuel León   [ La Voz de Almería ]   [ 01/10/2014 ]

Gordon Goody en su cortijo de Vera 

Gordon se ha hecho viejo en el Levante almeriense. Se han gastado sus ojos, que vieron millones de billetes amontonados con la efigie de la Reina Isabel sobre un tapete de hule, como un trofeo de caza.
El otro día fue al cementerio de Mojácar, a despedir a un compatriota, ayudándose con bastones, casi irreconocible, el hombre de brazos tatuados que servía pintas de cerveza en los años 80 en el Kontiki de Mojácar, el peluquero inglés que llevaba metido en sus neuronas el croquis del robo del siglo.
Douglas Gordon Goody, de 85 años, ladrón de guante blanco, cerebro del Atraco al tren de Glasgow, ha roto su silencio más de medio siglo después de aquella épica noche de agosto de 1963 en el que él con catorce compinches se llevaron en sacas 2,6 millones de libras esterlinas (47 millones de euros en la actualidad) del tren correo Glasgow-Londres.
Ha hablado Gordon para el Daily Mirror, desde su cortijo de Vera, acompañado de María y sus cinco perros, cansado, quizá, de que otros hayan hablado tanto por él, incluidos sus secuaces colaboradores.
Vive ahora en ese ambiente agreste almerienses, tras estar avecindado durante años en un apartamento de Mojácar. Allí en ese cortijo veratense es como si volviera a sus raíces rurales cuando hacía contrabando de ganado en la frontera de Irlanda.
Pero ahora el rolex que rodeaba su muñeca cuando se repartieron el botín ha sido sustituido por un swatch y el Jaguar y el traje blanco con el que fue arrestado por los agentes de Scotland Yard, se han esfumado.
A Gordon le tocaron en el reparto unos tres millones de euros de los de ahora, en ese asalto de caballeros en la madrugada en el que no se derramó ni una chispa de sangre. No los disfrutó demasiado tiempo: a los pocos meses del golpe, un par de zapatos con pintura de la granja guarida le delataron y fue capturado por la policía en Leicester, donde estaba viviendo con una ex miss Gran Bretaña.

Garganta profunda
Goody fue condenado a 35 años, aunque lo soltaron a los 12. En la cárcel, en vez de quedarse llorando en su celda, se dedicó a muscularse en el gimnasio y a aprender español. En su cabeza rondó la idea de escaparse, como hizo su cómplice, Ronnie Biggs con unas sábanas por la ventana.  Pero no lo hizo. Aguantó  el tipo y al salir del zulo se vino a Mojácar. Era 1975 y se quedó con el chiringuito Kon Tiki frente al Parador de Turismo, donde contaba su historia entre la bruma de la cerveza, como un marinero relata sus amores en cada puerto.
No se arrepiente de nada, a lo hecho pecho, lo único que lamenta es que el conductor del tren postal resultase herido, según sus declaraciones a la prensa británica en Londres, donde volvió el año pasado para conmemorar el 50 aniversario del mayor robo de la historia de Inglaterra: un mazazo en plena mandíbula para la poderosa policía británica.
Durante años un código de silencio envolvió a los ladrones. Pero poco a poco fueron hablando y hablando. Todos menos Goody. Ahora lo ha hecho, desde su casa almeriense, tocado con un sombrero de paja, colorado como una manzana de Covent Garden,y ha revelado el secreto mejor guardado del golpe maestro al tren: que la garganta profunda del grupo, conocido con el pseudónimo de Ulster, el hombre que les dijo qué día iría el tren forrado de sacas con miles y miles de libras fue un empleado de correos nacido en Belfast llamando Patrick McKenna.
Gooddy, ladrón y caballero como El Dioni, como un personaje de las canciones de Sabina, recuerda que su padre lo quiso obligar a ser  fontanero, “yo prefería ser delincuente, uno no tiene que trabajar duro para ser delincuente”.
Cuando salió de la cárcel, la mayor parte del dinero, que encomendó en custodia a un amigo, había volado. Aún se le humedecen los ojos cuando recuerda las montañas de dinero apiladas en la mesa de la granja donde se refugiaron. “Era un espectáculos digno de ver”. Pero a él solo le quedó lo justo para agarrar un avión  y plantarse en aquella Mojácar turística de los 70 y 80.
El cerebro del atraco del siglo rompe su silencio en su casa de Vera