NATURALEZA
Los bosques de Los Filabres reviven con los 'hijos' de sus árboles centenarios
Serbal planta ejemplares de pino laricio y alcornoques con semillas de la zona para recuperar la flora natural de las sierras almerienses
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Serbal planta ejemplares de alcornoques procedentes de otros árboles de la zona. / SERBAL
VÍCTOR VISIEDO
11 Marzo, 2024
Hace unos siglos, las sierras de la provincia de Almería se veían muy diferentes a como son ahora. La flora autóctona no era, en muchos casos, la misma que cubre de tonos verdes, marrones y amarillos nuestros campos. Las masas forestales actuales son el resultado de la degradación humana y de las recientes repoblaciones.
Gracias al proyecto "Filabres, el renacer del bosque frontera" que lleva a cabo Serbal (Sociedad para el Estudio y Recuperación de la Biodiversidad Almeriense), esa sierra de la provincia de Almería está recuperando, poco a poco, ese aspecto que tenía hace siglos. Y es que están reintroduciendo algunas especies ya casi desaparecidas, como el pino laricio y el alcornoque, de las que tan solo quedan algunos ejemplares esparcidos por manchas muy concretas.
"Los pinares actuales son casi todos de las repoblaciones que se hicieron a partir de los años 50 del siglo XX, cuando se abandonó la minería", explica Emilio González, presidente de Serbal. Sobre unos suelos totalmente esquilmados se plantaron pinos silvestres, resineros y algunos laricios, pero provenientes de otras zonas. Como explican los hermanos José y Jesús García Latorre en su libro "Almería, hecha a mano: una historia ecológica", estos pinares son masas homogéneas, espesas y extensas, de árboles generalmente pequeños y muy finos, en las que la sombra impide el desarrollo de un estrato arbustivo. "Esos pinos ya han hecho su trabajo, de recuperación del suelo, pero no son la vegetación original", aclara el presidente de Serbal.
Pero, ¿cómo era la vegetación natural de Almería? Según cuentan los hermanos García Latorre, en las zonas más bajas estarían cubiertas de matorrales, pero más altos y densos que los actuales. Por otro lado, las zonas montañosas habrían estado cubiertas por el tradicional bosque mediterráneo, con los encinares como protagonistas, mientras que las cumbres de las sierras calizas estarían pobladas por pinares de alta montaña de pino laricio.
También quedan algunas pequeñas zonas de alcornocales. Sí, en Almería también hay alcornoques, aunque tan solo se han inventariado 119 individuos: la gran mayoría en Los Filabres (79), aunque también hay en Sierra Cabrera (26) y Sierra Nevada (14).
Por suerte, en diversos puntos de la provincia de Almería, como en la Sierra de Los Filabres, aún perviven algunos de esos árboles antiguos, con más de tres siglos de vida, que dan cuenta de cómo fue la vegetación de los bosques almerienses. Así, en el Calar del Gallinero (Bacares), por ejemplo, hay unos 70 ejemplares de pino laricio cuyos "hijos" están sirviendo para repoblar la zona. "De estos últimos supervivientes hemos recogido semillas, sacado plantones, y ahora, estamos reintroduciéndolos en el campo", explican desde Serbal.
Con esa labor se asegura que los nuevos árboles conserven la genética de los pinos centenarios que están adaptados al terreno. "En ningún caso traemos plantas de otros orígenes, sino que cogemos semillas de la propia sierra de Los Filabres, para conservar su genética, que es especial", explica Emilio González.
Serbal cuenta con un vivero cedido por la Universidad de Almería gracias a un convenio de colaboración firmado con CECOUAL (Centro de Colecciones de la Universidad de Almería). Allí siembran las semillas recolectadas en la sierra para, tras un proceso de dos años de maduración, llevarlas de nuevo al campo. Unas actuaciones que se llevan a cabo siempre en montes públicos de la Junta de Andalucía, previa aprobación.
Integrantes de El Toyo Basket plantaron 50 ejemplares de pino laricio en el Calar del Gallinero (Bacares). / SERBAL
La sociedad, implicada en la reforestación
El proyecto "Filabres, el renacer del bosque frontera" ha traspasado las fronteras del ámbito académico y de la propia Serbal. Su programa para reforestar los bosques almeriense ha calado en la sociedad almeriense y son muchos colectivos los que están colaborando, de una forma u otra.
Hace unas semanas, el club de baloncesto El Toyo Basket llevó a cabo una iniciativa llamada "Trees for Threes". Por cada triple anotado por sus equipos durante el primer fin de semana de febrero plantaron un árbol en los Filabres. Fueron en total 50 ejemplares de pinos laricios, en el Calar del Gallinero.
Por otro lado, también han participado en las plantaciones los internos del Centro Penitenciario El Acebuche o los alumnos del IES Alto Almanzora (Tíjola), que lideran un proyecto que busca que la Sierra de los Filabres sea declarada como Parque Natural.
Nuevos alcornoques en Purchena
Dentro del proyecto de Serbal en Los Filabres, otra de las acciones que han llevado a cabo en las últimas semanas ha sido la plantación de una veintena de alcornoques en el Barranco del Esparteño, en Purchena. Este es el alcornocal más grande que queda en la provincia de Almería, con unos 69 ejemplares, según el inventario publicado en 2004 por Ayala, Acosta, Lozano, Suanes y Valero.
Plantación de uno de los alcornoques. / SERBAL
Si bien la "estrella" de los bosques almerienses fue la encina —el encinar, que debió ser el protagonista en gran parte de la sierra de Los Filabres, fue roturado para ser transformados en zonas de cultivo y tan solo se salvaron algunas manchas, especialmente en los montes de Serón, donde quedan ejemplares tan singulares como la Encina de la Peana, declarada Monumento Natural—, sus "primos hermanos", los alcornoques, también han tenido presencia desde hace cientos de años. "Está documentado que en los siglos XVI y XVII se explotaron para la obtención de corcho", explica el presidente de Serbal.
Gracias al trabajo de esta asociación, poco a poco los bosques de alcornoques, pinos laricios y encinas de Almería van recuperando el aspecto que tuvieron hace muchas décadas, aunque el proceso será largo. Queda aún mucho que hacer. Y es que, a pesar de lo que perdura en el imaginario popular, Almería no es un enorme desierto, sino que hay muchas zonas verdes con una gran diversidad.