1. Pan blanco.
La harina blanca con la cual se hornea el pan blanco ha sido despojada de su cubierta externa, eliminando todo su contenido de fibra, al ingerir este pan, se elevan nuestros niveles de insulina. En un reciente estudio español, los investigadores evaluaron los hábitos alimenticios y el peso de más de 9000 personas y hallaron que quienes ingerían dos o más porciones de pan blanco al día tenían un 40% más de probabilidad de tener sobrepeso u obesidad dentro de un periodo de cinco años en comparación con las personas que ingerían menos porciones.
2. Jugos.
Los jugos suelen contener todo el azúcar de nuestra fruta favorita, pero nada de su fibra la cual se encuentra presente en la pulpa y cáscara. Cuando debemos un vaso de jugo suben nuestros niveles de azúcar en la sangre luego caen nuevamente produciendo la sensación de hambre.
3. Bocadillos salados.
La razón por la cual deseamos comer algo dulce luego de haber ingerido bocadillos salados hacen que la insulina se eleve y posteriormente descienda, por lo que el cerebro recibe la señal de la necesidad de algo dulce para incrementar la energía, por lo que sentimos deseos de dulces.
4. Comida rápida.
Muchos de los ingredientes encontrados en la comida rápida están diseñados para que ésta aparezca voluminosa. Las grasas trans inflaman los intestinos, disminuyendo la habilidad del cuerpo para generar neurotransmisores que controlen el apetito, tales como la dopamina y serotonina.
5. Alcohol.
De acuerdo a un estudio sólo tres porciones de alcohol son capaces de disminuir los niveles de la hormona leptina, la cual controla el hambre.
6. Pasta blanca.
Con la pasta blanca sucede lo mismo que con el pan blanco.
7. Glutamato monosódico.
Es un saborizantes frecuentemente usado en la comida china aunque también se le encuentra en productos enlatados, según un estudio español este compuesto eleva en un 40% el apetito.
8. Edulcorantes artificiales.
Los edulcorantes como el aspartamo, sucralosa, sacarina y otros excitan las células cerebrales haciendo que estas crean que están a punto de obtener calorías. Esto hace que sientas la necesidad de ingerir más dulces durante el día para compensar esta deficiencia.
9. Cereales para niños.
Estos cereales contienen harina blanca y altas cantidades de azúcar, por lo que es lógico que generen cambios bruscos en los niveles de azúcar en sangre e insulina. Los expertos afirman que no hay nada peor que ingerir esta gran carga de carbohidratos matutinos, justo en el momento en el que nuestros niveles de cortisol se encuentran en su punto más alto. En las mañanas y noches, nuestro organismo produce altos niveles de cortisol, como parte de la preparación de nuestro cuerpo para lidiar con el estrés del día siguiente. Los niveles altos de cortisol se traducen como una menor habilidad del organismo para metabolizar los azúcares ingeridos. Si bien es cierto, los niveles de azúcar en la sangre son altos, no llegan a aquellos tejidos donde se le necesita, ocasionando fatiga y hambre. Los cereales pueden ser una forma ideal de comenzar el día, siempre y cuando los elijamos conteniendo granos integrales o salvado que contenga por lo -5 g de fibra y menos de 5 g de azúcar por porción.
10. Pizzas.
Como todos sabemos, en el caso de las pizzas es imposible comer solamente una porción, sin importar el tamaño que esta tenga. Esto se debe a que la pizza contiene una combinación de harina blanca, aceites hidrogenados, queso procesado y preservantes que desorganizan nuestros niveles de azúcar en sangre, producción de hormonas de saciedad y aquellas regiones del cerebro encargadas de la regulación del apetito. Sin embargo, si nosotros hacemos nuestra propia pizza en casa con harina integral, y le añadimos carne magra, vegetales y cantidades moderadas de queso, obtendremos un alimento alto en proteínas y fibra que no nos generará la necesidad de buscar más alimentos, luego de un breve lapso de tiempo.
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