sábado, 19 de octubre de 2013

Se cumplen 40 años desde la riada de Adra de 1973

Se cumplen 40 años desde la riada de Adra de 1973
LAURA MONTALVO/ IDEAL



El mes de octubre del año 1973 será recordado para siempre en la provincia de Almería, y en varias poblaciones de la vecina Granada como el de la riada, cuando se registraron unas cifras de precipitación escalofriantes en algunas zonas.

En este mes de octubre se cumple el 40 aniversario de ese suceso, lejano en el tiempo pero muy presente en la memoria de los abderitanos, incluso en la de quienes no habían nacido, porque como si de un cuento o una historia se tratase, padres y abuelos han transmitido de generación en generación el miedo que pasó este pueblo del Poniente almeriense, que se despertó en la mañana del viernes 19 de octubre del 73 con los gritos de ¡Qué viene el río!

Durante la noche cayó una tromba de agua impresionante, dejando más de 600 litros en algunas poblaciones, pero tal y como recuerda Pepe Martín, entonces profesor en el instituto, «aquí no cayó ni una gota esa mañana».

Pero según dicen los mayores, «el río Adra recuperó sus escrituras de propiedad y se desbordó inundando por completo la ciudad, destruyendo casas y la vega», aunque afortunadamente y no como pasó en otros pueblos, no hubo víctimas mortales. Para paliar los daños llegaron del gobierno 5.000 millones de pesetas. Casas y calles como la Carrera Natalio Rivas anegadas, se perdieron cosechas, vehículos y animales...y el agua se llevaba las latas de melva de la fábrica santa Isabel.

Los hechos se debieron a la 'gota fría' y el temporal descargó en la cuenca del río Adra más de 206 litros por metro cuadrado, más de la mitad de las lluvias que se registran de media anual.

El río alcanzó un caudal de 1.200 metros cúbicos por segundo y rompió en la mañana del 19 de octubre los muros de defensa construidos para el desvío de su curso bajo. Las aguas, tras arrasar la vega de La Habana y todos los pagos situados entre la barriada del Puente del Río se dirigieron a Adra. El nivel del agua alcanzó en algunos lugares de la Calle Natalio Rivas más de dos metros. Desde las diez de la mañana hasta las dos de la tarde transitar por el pueblo era imposible, ya que estaba anegado totalmente, hasta tal punto que desapareció por completo la barriada de La Juana. Muchos no han podido olvidar algunas de las esperpénticas imágenes que vieron o el miedo que pasaron por no encontrar a un familiar.

Es el caso de Antonia Manzano, quien explica a IDEAL que tendría sobre 13 años «y vivía en el barrio donde la fuente, las personas gritaban por la calle que el río se desbordó, a la altura del molino del borrego, antes de llegar a La Alquería. Los niños y mayores nos fuimos a la zona alta, por el cementerio y la zona llamada Cañada de los gallos, y desde allí veíamos a la gente que trabaja en la vega que huía al escuchar los gritos, y el ruido ensordecedor del agua que bajaba rompiendo cañas y todo lo que había a su paso. Fue impresionante, y los niños lo vivimos como una aventura grande, nos dedicamos a buscar latas de conservas».

José Antonio Piqueras recuerda que lo vivió «mal, mi padre estuvo desaparecido hasta las cuatro de la tarde y lo pasamos muy mal. Yo tenía 8 años y mi hermano 4, creíamos que se lo había llevado el río. Estaba en la vega justo al lado de la gasolinera de Repsol de la carretera, vio el río venir y no pudo tirar para el pueblo y se fue para la azucarera, hasta que el río pasó no pudo cruzar».

Por su parte, Isabel Manzano dice que tendría 6 años «fuimos a la vega de la Habana y estaban todos los bancales inundados, arrasados. Como se perdieron muchos tomates que había sembrados, ese año se vendieron muy caros. Había bancales con barro. En la carretera de Puente del Río, a la altura del puente, la Guardia Civil tuvo que cortar el trafico por si se lo llevaba el agua. En Majarova quedó un matrimonio atrapado en su casa, el agua la rodeó como una isla».

Gádor Herrera se acuerda perfectamente de que «mi madre estaba embaraza de 7 meses y mi padre era encargado del agua del ayuntamiento y aquel día tuvo que subir a Fuentes de Marbella. Mi madre estaba muy nerviosa y preocupada porque se veía en cielo por Sierra de Gádor más negro que nunca, decía que iba a caer el fin del mundo.

A media mañana se empezaron a escuchar rumores sobre que venía el río. Nos asomamos a la ventana para ver qué pasaba y vimos venir una ola de agua muy negra que fue inundando poco a poco la plaza del ayuntamiento, los coches flotaban, había cañaveras, matorrales. Sobre la una de la tarde el agua empezó a disminuir y a llenarse las calles de gente. Por fin vimos a mi padre que estaba con los operarios del ayuntamiento intentando retirar el fango de la Carrera». En La Alquería «había un paisaje desolador de barro, todo destruido».
Adra tuvo suerte dentro de lo que cabe. En La Rábita y Albuñol, a escasos kilómetros sí hubo víctimas mortales.
Esta riada forma parte de la historia de Adra, y el Museo de la localidad va a acoger durante unos días una exposición fotográfica de aquello, como ya se hizo en 2008, cuando se cumplió el 35 aniversario y la tragedia se mostró en el Centro Cultural.
Se cumplen 40 años desde la riada de Adra de 1973

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