domingo, 27 de mayo de 2012

La familia Ruano, cinco generaciones de una saga de madres coraje

La familia Ruano, cinco generaciones de una saga de madres coraje
Ésta es la historia de unas mujeres que han antepuesto la maternidad a todo
En casa son casi medio centenar
Marta Rodríguez [ 27/05/2012 - 14:15 ]

Julia, Remedios, Lorena y Lola cogen en brazos a Leyre. [ LA VOZ ]

Leyre cumple mañana ocho meses y tiene la dicha de haber venido al mundo al calor de un hogar tan grande como feliz. Aún no lo sabe, pero ella supone la quinta generación de mujeres de su familia. La familia Ruano. Su tatarabuela Remedios, su bisabuela Julia, su abuela Lola y su madre Lorena la observan esperanzadas. Ella representa el futuro de esta saga de valientes que ha antepuesto la maternidad a cualquier interés individual soplen los vientos que soplen.


La historia de la familia Ruano se podría calificar como la historia de cuatro madres coraje, a falta de que Leyre esté en edad de procrear. Remedios Rodríguez, cabeza de la dinastía, es natural de Jerez de la Frontera. No recuerda la fecha exacta en que nació. Cuenta que durante la Guerra Civil Española perdieron sus papeles. Calcula, sin embargo, que debe andar entre los 88 y los 90 años.


“Mi abuelo, un ferroviario almeriense, fue destinado a Jerez, donde se conocieron y enamoraron. A día de hoy, ella está estupenda, con algunos achaques en los huesos como consecuencia de la edad. Pero todavía nos ayuda a criar y se sabe a la perfección todos nuestros nombres”, explica Lorena Ruano, mamá de la pequeña Leyre.

Si hay una persona de esta familia que encarna el concepto de ‘madre coraje’ en toda su dimensión, esa es Julia Ruano. A sus 69 años, ha dado a luz a once hijos. Todos con nombres bíblicos. Para sacarlos adelante, dedicó sus noches a su profesión de enfermera en el Hospital Torrecárdenas y sus días a las labores propias de la casa y la educación de su prole. También hacía la manicura. No en vano, llegó a arreglar las uñas a la mismísima Lola Flores en una de sus visitas a Almería.


“Ha viajado con sus niños a Disneylandia, en Orlando (Estados Unidos) y a El Vaticano, donde conocieron a Juan Pablo II. Y cuando murieron Lady Di y Lola Flores, allá que se fueron a los funerales. También a las bodas de las infantas y del Príncipe y Letizia Ortiz. Nunca se le ha oscurecido nada. Tiene un coraje y una fuerza fuera de lo común”, apunta su nieta.


Una más
Lola García, de 45 años, se convirtió en una más de esta saga al quedarse embarazada de José Ricardo Ruano a los 19. “Llevaba poco tiempo con mi padre y lo tuvieron difícil. En sus casas, al principio, lo desaprobaron. Para ellos constituía un desprestigio. De hecho, su estado de gestación coincidió con el de su suegra, mi abuela, y salían a caminar juntas por el Paseo Marítimo”, indica Lorena, que nació fruto de ese embarazo.


Nadie apostaba por esa relación hasta que escucharon las pisadas de unas botas militares por los pasillos del Hospital Provincial. “Mi padre, que estaba haciendo la mili en Vitoria, logró presentarse en Almería haciendo auto-stop para conocerme. Después de mí, trajeron a otros niños al mundo y hoy ya han celebrado sus bodas de plata”.
Lorena Ruano está a punto de celebrar su 26 cumpleaños y comparte techo y cama con Antonio Gutiérrez, al que considera su marido pese a no haber pasado por la vicaría. La pareja siempre lo tuvo claro. Querían ser padres jóvenes. ¿Que si les preocupaban la crisis y el paro? Como a todos.


“Para tener un niño, hay que hacer números. Es así de triste. Pero con salud, dos manos y dos piernas, de todo se sale. Nosotros en invierno nos dedicamos a la agricultura y en verano, a nuestra heladería de Retamar. Tampoco está la vida para once hijos como mi abuela, pero queremos dar algún hermano a Leyre. Los dos tenemos una gran familia y, si nos hiciera falta, nos ayudarían”, reflexiona.


Faltan sillas
Los Ruano han vivido siempre junto al edificio del BBVA, frente al ‘quiosco de las pipas’, en el Paseo de Almería, donde son bien conocidos. Cada vez les resulta más complicado reunirse por Navidad. Suman entre 40 y 50 y las casas se van quedando pequeñas. “No todo el mundo tiene tantas sillas ni espacio suficiente”, reconoce.
Cada 25 de diciembre y 1 de enero intentan juntarse cuantos más mejor, aprovechando que varios miembros de la familia tienen dúplex en La Envía Golf. “Nuestros encuentros son súper divertidos: los niños corretean por todos lados, de repente uno salta con un acordeón, otro con una guitarra, una baila y otra canta. Y si en todas las casas cuecen habas, en la mía, pese a ser más, no resulta complicado entenderse”, alega.


Lorena no considera que optar por una maternidad temprana tenga inconvenientes. “No creo que ni yo ni mis antecesoras nos hayamos perdido cosas en la vida. Al contrario. Mi madre hoy es joven y ya tiene a sus hijos criados y es abuela. Ahora sale con mi padre, cuando a lo mejor la gente de su edad está todavía cuidando niños. Cada uno elige su vida”, analiza.


Con el nacimiento de Leyre se ha completado un ciclo en la familia Ruano. Lorena ha hecho realidad el sueño de que su bisabuela se convierta en tatarabuela. “Espero que empiecen a faltar dentro de mucho tiempo porque aprendo tanto de ellas, incluso de mi hija que tiene unos meses”, comenta. Ya sólo le resta imaginar que logra perpetuar su modo de vida y dentro de varias décadas una periodista se interesa por esta saga de madres coraje. Para entonces ella quizá sea la tatarabuela. Y Leyre haya traído al mundo a once hijos y no haya nada que se le oscurezca.
La familia Ruano, cinco generaciones de una saga de madres coraje

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