Milagros, contra todo pronóstico, hace que su marido, Manuel, vuelva a hablar a pesar de que le daban 'por ausente total' tras un grave daño cerebral
JENNIFER SIMÓN | IDEAL ALMERÍA
En la comunión de su hijo el pequeño, la pareja, Milagros y Manuel, se sigue profesando un amor que seguramente tenga que ver en su fuerza para seguir adelante. :: M.P.
Milagros necesitaba una grúa para poder mover a su marido, Manuel, porque ella estaba convaleciente y ya no podía hacerlo como hasta ahora. Su llamada por facebook fue respondida en pocas horas, y Eduardo y Víctor, les regalaron esa grúa, la grúa 'Víctor', que ha supuesto para ellos un 'mundo' en su vida diaria.
La tarde que hablábamos por vez primera con ella a raíz de su llamamiento se encontraba «desbordada». Increíblemente emocionada de ver como «gente que conozco y que no conozco nos apoya tanto», dice Milagros Pérez, quien hace cinco años se topó de bruces con un suceso tan inesperado como rotundo que cambió en 180 grados lo que había sido su vida hasta entonces. Para aquellas fechas, sus hijos, Manuel y Antonio, tenían 4 y 9 años y mientras hacía repaso de lo que había sucedido lo primero que se le venía a uno a la cabeza era qué fuerza era la que la había empujado a luchar y 'pelear' por su marido y su familia. No le gusta que la llamen 'mujer o esposa coraje', pero realmente, es lo que es.
Su marido, Manuel, la mira y sonríe, y en varias ocasiones, le ayuda a recordar algún nombre de alguien que en esos años les han ayudado de una forma u otra. Cierto es que se ha encontrado de todo, decepción a veces, y agradables sorpresas en otras.. Pero, al final, eso es la vida. Nunca se piensa lo grande que puede ser un buen sentimiento hasta que uno tropieza con estas cosas.
311 días
Manuel y Milagros pasaron 311 días fuera de su casa. Así se llamará su libro '311 días', «si algún día ve la luz. por si acaso, he ido apuntando todo lo que nos ha sucedido en este tiempo. porqué? porque lo he pasado muy mal», nos comenta.
311 días en los que Milagros sólo se arrepiente de una cosa: «haber tenido que dejar a mis hijos», pero la causa bien lo justificaba. De hecho, ha conseguido contra todo pronóstico y a pesar de las trabas, los problemas, las palabras mal usadas de algunos. que sus hijos puedan abrazar aún a su padre. Un padre que las mañanas de sábado, 'incordiaba' a su mujer bien temprano y la hacía levantarse. para llamar a sus dos pequeños y tenerlos allí con él y jugar. Aquella mañana no pudo ser, no le dio tiempo. Aquella mañana de sábado de 2007, como era habitual «empezó a chincharme, y hubo un momento en que me dijo. me duele la cabeza. yo le contesté y a mí el alma. me respondió: no es normal este dolor.. y le dije: lo que no es normal es que cada sábado me hagas lo mismo», explicaba Milagros, lo que fue la antesala de un hecho que sacudió sus vidas. Cuando se giró para decirle a su marido que ya estaba bien de incordiar. lo halló mal, con espasmos, convulsiones. no sabía lo que le pasaba.. enseguida llamó a un médico y. todo se precipitó.
En pocas horas, Manuel estaba en coma, en Huércal Overa y después en Almería. El pronóstico era grave, un derrame, dos coágulos en el cerebro, un coma profundo que no auguraba nada bueno. un mal sueño que le duró diez meses.
«Mi primer recuerdo fue una Navidad. mis niños jugaban con el 'cagatió'», nos dice él mismo, con la dificultad que entraña el empezar de nuevo a hablar por sí mismo y con la discapacidad de parte del cuerpo inmóvil. Milagros detalla que eso fue en casa de su prima en Barcelona y que hasta entonces habían pasado ocho meses de travesía, él navegando en su interior y desde fuera, ella, contra viento y marea, por verle despertar de nuevo. De Almería, a Huércal Overa y de allí a una clínica de rehabilitación en Badalona, la Guttmann. De la nada. del estado vegetativo sin esperanzas (de algunos) a volver a hablar, comer y mover la parte superior izquierda de su cuerpo. "En diez meses le he hablado más que en diez años de matrimonio, le leí no sé cuántos libros.», dice Milagros.
Es difícil sacar una conclusión a tantos días de lucha. «En Huércal Overa se portaron de maravilla, nos trataron muy bien. Me ayudaron en mi empeño por conseguir que Manuel recuperara parte de su vida», poniendo toda la carne en el asador, Milagros a los pocos meses de ver que su marido no despertaba y que, poco a poco, todo el mundo perdía la esperanza y el interés. El «muy puñetero» explica esta gran mujer parecía que quería dejarme en evidencia, yo veía signos de conciencia, movimientos, pero cuando había gente, no se inmutaba. «Así que decidí grabarlo con el móvil para enseñarlo después. ya no sé si los médicos pensaron que me estaba volviendo loca o que mi empeño merecía por lo menos una oportunidad, así que. llamando a muchas puertas, al final una se abrió y conseguimos llegar a la clínica Guttmann, donde toda el mundo se abrió a la recuperación de Manuel. y por fin despertó», asegura.
¿Triste?. ¿para qué?
Su día a día es más complicado de lo que se podría llamar normal. Las limitaciones de Manuel hacen que su vida se desarrolle ahora de forma más 'encorsetada', «pero estamos juntos, los cuatro, y eso es lo importante, si necesito ayuda la pido, y tengo mucho que agradecer a tanta gente de este pueblo que no ha dudado en 'fiarme', en ayudarme en la medida de las posibilidades de cada cual», explica Milagros.
«¿Qué es Milagros para ti?», le preguntamos a Manuel, «lo es todo», nos responde. De hecho gracias a ella, este hombre nos cuenta que desde su primer recuerdo el 24 de diciembre, «estoy mucho mejor, he cambiado en todo, antes no hablaba y ahora hablo, antes comía por la sonda del estómago y ahora como por la boca, antes no podía mover nada la parte derecha y ahora la muevo un poco, ahora ya puedo jugar un poco con mis hijos y chinchar a mi Milagros», dice socarrón, porque su carácter no ha cambiado en esencia y «sigue siendo el Malilla de siempre, con sus trabas físicas, pero el de siempre», añade Milagros.
Manuel dice sentirse «bien, dentro de todo lo malo, bien, en general, bien, sin movilidad pero bien... de ánimo estoy bien... cansado sí, triste. ¿para qué?... ya sé lo que es y no sirve de nada estar triste, si estoy bien de ánimo y no triste es porque tengo a mis hijos que son mis pies y mis manos, si ya es mucho sufrimiento para ellos, digo lo que dice mi 'menúa', si nosotros estamos mal, los niños lo pasan mal y todos estaremos peor... no sirve de nada estar siempre dándole vueltas a esto... tenemos que vivir así y tenemos que hacerlo de la mejor manera que podamos. Todo lo bueno que me ha pasado desde aquel día es gracias a mis hijos y a mi Milagros».
Este cuevano dice valorar como siempre todo en la vida, disfrutar de su familia, tomar algo con los amigos, «ahora cualquier momento que paso con mis hijos es igual de importante que antes, pero lo disfruto más, porque no sé si mañana podré hacerlo. La gente es egoísta y no sabe lo que tiene, o mejor dicho, no sabemos lo que tenemos hasta que no nos pasa una cosa así».
Manuel y Milagros nos dan una lección de vida, a todos y cada uno de nosotros, sólo con sus palabras. Dice Manuel que «no se puede uno desesperar, hay que vivir y no estar todos los días lamentándose. Lo malo de todo esto es que te das cuenta de a quien le importas realmente. Para los buenos momentos siempre he tenido muchos amigos y amistades, ahora quedan muy pocos, hemos conocido amigos nuevos y la verdad es que son muy buenos amigos porque nos han conocido así y están aquí para todo».
Milagros añade: «Decir a toda esa gente que dicen 'qué lástima, que pena.' no hay que tener lástima de las personas como Manuel, lo que hay que hacer es estar con esas personas, hacerles compañías, ayudar a que su día a día sea más fácil y para esto no se necesita ni mucho tiempo ni por supuesto dinero, simplemente ganas... las personas afectadas por un daño cerebral como Manuel no siempre tienen que haber perdido la memoria, a veces pasa como a él, que pierdes la movilidad y la facilidad para expresarse al hablar, pero sigue siendo Manuel 'El Malilla'. No podemos darle la espalda a la gente que tiene una discapacidad, no podemos olvidarnos de ellos, porque ellos no se olvidan de nosotros».
Milagros quiere resaltar la profesionalidad del personal del Institut Guttman, «que aunque luego tú te vuelvas a casa, siguen recordándote. De hecho, hemos recibido aquí en caso la visita de la Dra. Sara Laxer, el Dr. Guevara y la enfermera Carmen, para nosotros un orgullo que nos visitaran». Pero, además, tiene mil agradecimientos a mucha gente: al Centro de Salud de Cuevas del Almanzora, al hospital de Huércal-Overa, a la que ha sido su médico de cabecera María Dolores Acosta, y a toda la gente con la que trabaja en el Ayuntamiento, al alcalde Jesús Caicedo y la corporación local, a algunos comercios de Cuevas que no dudaron en apoyarlos en todo, a su gran amiga Mary Sol, a sus primos, a su madrina y a los amigos de Barcelona, «a mi hermano mayor y su familia, a mi cuñada que se quedó con mis hijos, a 'los abuelos', a.», Milagros tiene una lista inmensa y pide de antemano perdón por si se deja a alguien en el tintero, que también quede agradecido, resumiéndolo en esta frase: "A todas esas personas que desde el primer momento han estado con nosotros y que también ahora nos ayudan en el día a día», explica. Un día a día que se desarrolla en una 'lucha' para estar bien, para vivir mejor dentro de ese vuelco del día 24 de marzo de 2007, un día a día que, contra todo pronóstico logró mejorar para ella, su marido y sus hijos, con el coraje de alguien digno de admirar, de apoyar y de, por supuesto, no olvidar.
Mujer coraje. Ideal
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