Una residencia palaciega que fue también cárcel improvisada
El Castillo del Marqués de los Vélez se ha convertido en un lugar referente para la cultura. / IDEAL
El Castillo del Marqués de los Vélez fue concebido como una construcción defensiva y ha acabado teniendo muy diferentes usos durante su historia
JOSÉ LUIS PASCUAL | ALMERÍA 17 noviembre 2016
El Castillo del Marqués de los Vélez ocupa la parte occidental de Cuevas del Almanzora, convirtiéndose en el centro neurálgico de la Plaza de la Libertad. Su origen hay que buscarlo en el primer Marqués de los Vélez, Pedro Fajardo, que fue quien mandó construir este conjunto arquitectónico cuyo principal objetivo, en un principio, era hacer las funciones de baluarte defensivo en un momento especialmente convulso y complejo. Se diseñó con un recinto amurallado en forma de rectángulo irregular y fue constituido por la torre del Homenaje, la Casa de la Tercia, el Palacio del Marqués y el Patio de Armas. A pesar de su carácter defensivo, la estética de la construcción fue muy atractiva y le siguen convirtiendo en un gran reclamo turístico.
Entre las diferentes utilidades que se le ha dado a lo largo de su historia, destaca el hecho de haber sido una residencia palaciega para la nobleza señorial que gustó de disfrutar largas estancias en un enclave privilegiado. También fue utilizado, de manera más funcional, como almacén de tributos de los vasallos e incluso como una improvisada instalación carcelaria.
El nacimiento del estado nazarí, a fines del siglo XIII, motivó una estrategia defensiva a lo largo de sus fronteras con Castilla. Esta estrategia vendría definida, entre otros aspectos, por la habilitación de fortalezas, torres defensivas y atalayas a lo largo de la frontera del reino granadino. El lugar árabe situado en la margen izquierda del río Almanzora, estaba muy cercano a esta frontera; de ahí que los árabes erigiesen una torre o atalaya defensiva con la finalidad, no ya sólo de baluarte fronterizo, sino para defender a la población musulmana que habitaba alrededor. En la actualidad, tras una amplia y laboriosa restauración, alberga el Museo Antonio Manuel Campoy, el Museo Arqueológico, el Archivo Histórico y la Biblioteca Municipal que ocupan una estancia espaciosa y cuenta con un fondo bibliográfico y documental de incuestionable valor. Su visita es inexcusable para cualquier turista que visite el Levante almeriense.
Una residencia palaciega que fue también cárcel improvisada
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