domingo, 16 de agosto de 2015
Las montañas de sal vuelven al paisaje del Cabo de Gata
Ya se han extraido 20.000 Tm de sal. Fran Muñoz.
Las montañas de sal vuelven al paisaje del Cabo de Gata
16/08/2015 Antonio Fernández
Después de tres años paralizadas, las salinas del Cabo de Gata retoman una actividad iniciada hace miles de años
Las salinas de Cabo de Gata vuelven a producir y con ello el paisaje de este parque natural recupera una de las imágenes que lo han acompañado desde tiempos de los romanos, cuando se estima que se inició la producción industrial de la sal.
Esas montañas blancas son al mismo tiempo la mejor noticia posible para un ecosistema único en el que viven y se reproducen un centenar de especies de aves cuáticas que tienen al flamenco rosa como su rey.
Cada año las salinas se convierten en el mejor ‘hotel’ posible para más de 12.000 aves que lo utilizan como zona de descanso en sus viajes migratorios. El buen clima permite que sea un lugar de invernada para la avifuna, con hasta 3.000 ejemplares durante las épocas más frías del año.
En producción
La recuperación de la actividad productiva en las salinas se ha gestado en los últimos tres años. Desde que en 2011 la empresa Unión Salinera decidiera cesar en esa actividad, se han sucedido las reuniones con los responsables de Salins España para recuperar una actividad esencial para el mantenimiento de la vida y del ecosistema en la zona.
La última de esas reuniones, en febrero de este mismo año, sirvió para retomar la producción. Este mismo año ya se ha iniciado la recolección de la sal de los charcones y, hasta esta pasada semana, ya se habían recogido algo más de 20.000 toneladas de sal de primera calidad. El objetivo declarado es alcanzar el nivel de producción anterior al cierre de las instalaciones, en torno a 25.000 o 30.000 toneladas.
El pasado mes de junio se iniciaba una recolección que se extiende hasta finales de agosto, tres meses de ‘cosecha’ tradicionales. Desde junio se han recogido ya cerca en torno a 20.000 toneladas de sal de excelente calidad y un intenso color blanco que habla de la pureza de las aguas.
Unión Salinera ha manifestado su intención de sostener la actividad en las instalaciones de Cabo de Gata tanto por lo que tiene de negocio como por aportar su colaboración en el mantenimiento de un ecosistema único en Europa y Reserva de la Biosfera.
Un velezano al frente del negocio salinero
La sal, símbolo de vida, de fortuna, de mala suerte o de distinción, que de todo ha habido, era un producto de gran valor por sus propiedades para la conservación de los alimentos. Las salinas de Cabo de Gata, explotadas desde tiempos inmemoriales, pasaron en 1900 a manos de la familia Acosta, que creó Salinas de Almería o Salinas Acosta. Antonio Acosta Rodríguez procedía de Los Vélez y mantendría la propiedad hasta que en el año 1925 pasaron a Unión Salinera de España S.A.
“Nuestra actividad con la sal sostiene espacios de extraordinario valor”
Han sido tres años tensos para el Parque Natural y sobre todo para la zona de las salinas. Desde que se suspendiera la actividad de extracción de la sal el riesgo de deterioro del ecosistema natural que mantiene las charcas como un sistema único para casi un centenar de aves acuáticas, internacionalmente reconocido, ha sido evidente.
El tesón de la Junta en los contactos con la empresa, y el compromiso adquirido por Salins du Midi y de L’Est para colaborar en el mantenimiento del espacio natural, han sido claves para la recuperación de la actividad.
Compromiso
La propia empresa reconoce que su actividad “ha creado y sostiene espacios naturales como el del Cabo de Gata, de extraordinario valor ecológico, reconocidos como zonas únicas y especiales para la conservación de la biodiversidad. Utilizamos recursos renovables y mejoramos el entorno, creando áreas protegidas internacionalmente, en casos como este Reservas de la Biosfera”, explica Unión Salinera.
Lo cierto es que la rentabilidad de las salinas se redujo en los últimos años y ha tenido que ser a través del convenio firmado en el año 2000 entre la Consejería de Medio Ambiente y Salins como se desploqueara la situación de paralización de la actividad extractiva.
En estos últimos años sólo una pequeña zona se mantuvo ‘viva’, la dedicada a la producción de la Flor de Sal, un condimento diseñado para un mercado gourmet, una sal de enorme calidad de una inusual pureza, extraída a mano y madurada durante un año, que goza del favor de los mercados nacionales e internacionales por su sabor, textura y calidad natural.
Sal natural
A partir de este año se recupera la producción de sal natural, cuyo destino es el mercado alimentario, las aplicaciones industriales (fábricas de salazones) o la aplicación en el deshielo de carreteras en invierno. La previsión es producir anualmente unas 25.ooo Tm.
Pero más allá de la producción, tiene una enorme importancia el mantenimiento de la actividad por lo que supone de garantizar la supervivencia de una de las pocas zonas húmedas litorales en buen estado que se conservan en el Mediterráneo.
La Junta tiene claro que el cese de la actividad salinera implicaría la degradación de todo el ecosistema que da soporte a ese humedal, bien porque la evaporación de las aguas condujera a una hipersalinidad, nociva para la biodiversidad, bien porque el aumento o bajada de la profundidad de las aguas, por el cambio de uso, hiciese perder los ligares de cría y alimentación por sobreinundación o desecación.
Naturaleza y turismo
La extracción de sal, las ‘montañas blancas’ en la zona de las salinas, no sólo son una garantía para el mantenimiento de la vida en toda el área, también es un espectáculo para los miles de visitantes que cada año se acercan para ver los flamencos rosa, las avocetas y el resto de aves acuáticas que tienen aquí su particular paraíso terrenal.
La Dirección del Parque estima en más de 20.000 las personas que acuden cada año a contemplar el espectáculo de las salinas llenas de vida. En los últimos años se ha desarrollado además un segmento interesante, el turismo ornitológico que, con base en Europa, desplaza a miles de personas a ver las aves.
Las montañas de sal vuelven al paisaje del Cabo de Gata
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