domingo, 16 de agosto de 2015

Pastor, un oficio que pervive pese al poco forraje y al mucho sol

Luis Carrión García pastorea todos los días entre ocho a diez horas su rebaño de 600 ovejas
16/08/2015  Josefina Guerrero


Luis Carrión y su rebaño 

Cada vez quedan menos pastores y la supervivencia de este oficio no se fácil en los tiempos que corren por las difíciles condiciones en las que se plantea el trabajo diario. Aunque ya hace más de 60 años que dejaron la trashumancia los vecinos de Antas, aún quedan algunas historias de quienes junto a sus padres cruzaron las sierras para llegar a pastos más frondosos.

Luis Carrión García nunca ha tenido que salir a buscar comida para su rebaño, quizá por ello haya pervivido en esta empresa que no le deja ni días festivos ni siestas en verano ni resguardo en invierno. Día tras día, sabe que tiene que dar de comer a las 600 ovejas que conforman su ganado entre los pobres pastos de la tierra levantina, en un trabajo que casi ha permanecido inalterado durante siglos.

Desde las grandes plantaciones de alcachofas o melones cuando los había, a los cereales cultivados en los alrededores del núcleo urbano; el paso de Luis con su rebaño por cada campo supone la limpieza del mismo, una ayuda al agricultor que muchas veces se echa en el olvido pero que tradicionalmente ha sido una de las fórmulas más sencillas para evitar horas de trabajo pero, sobre todo, evitar los temidos incendios.

“Este ganado vive únicamente el pasto intensivo; entre el invierno, con los días más cortos, y el verano, la media es de entre ocho a diez horas diarias en las que hay que estar pendientes de cada paso que dan”, explica el pastor, siempre ayudado por su perra ‘Pastora’, atenta a que ninguno de los animales se acerque a las higueras de los vecinos de los campos donde pastan o que se dispersan demasiado.

Sólo los 14 años que Luis pasó en el extranjero lo alejaron del pastoreo. Se considera un pastor por devoción y siempre ha estado unido a él y a la venta de la carne que le proporciona su actividad. Pese a ello, sabe que su rebaño no podrá sostenerse siempre tal y como él está acostumbrado en la actualidad. Cada uno de sus hijos tiene su trabajo y difícilmente se adaptarían a este oficio “tan poco agradecido”. Sí puede ocurrir como en otras familias, en las que se mantienen unas pocas piezas como tradición familiar, la que les permite disfrutar de un cordero propio en Navidad o cualquier otra festividad y vender algún choto a algún familiar o vecino.

Mil chotos
Deben estar bien alimentados, porque el objetivo es que tengan buenos corderos, “unos mil chotos al año podemos tener, y de la mejor raza que se puede criar, cruzada de la segureña con la florida de Sierra de Los Filabres”.

En el municipio de Antas, en la actualidad perviven dos grandes rebaños, de unas 600 ovejas cada uno, de pastores que prácticamente sólo viven de ello.

Pequeños rebaños Además, otras tres familias tienen pequeños rebaños de entre 100 a 150 animales; en total, cerca de 2.000 cabezas de ganado que pasean diariamente por los alrededores del pueblo de Antas.

En los últimos años, el pastoreo además se ha tenido que adaptar a los nuevos tiempos y no sólo se dedican a la crianza de animales para la venta de su carne, sino que han ido incorporando cada vez más número de cabras, puesto que el precio de la leche ha mejorado mucho en unos años.
Pastor, un oficio que pervive pese al poco forraje y al mucho sol

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